jueves, noviembre 3

CRÓNICA
Cinco años sangrientos resumidos en un libro:
Asesino a Verbo
·        Hildebrant presenta, este viernes en la Feria Ricardo Palma, un compendio de sus escritos que sacará chispas.

Existe una gran diferencia entre lanzar injurias e insultos para en pos de agredir a alguien y simplemente destrozarlo por completo en unas cuantas frases. Entre valerse de meros insultos o mentiras para desacreditar a una persona y con, la más sarcástica y ácida sutileza, traerse abajo su imagen poniéndola al centro de la tormenta con dos o tres párrafos.
Y César Hildebrant lo sabe mejor que nadie. Ese “chato” que con el teclado en mano se engrandece, que no se achica ante nadie pues, cual David con su honda, le bastan de las dagas del verbo para dejar fuera de combate a cualquier “gigante”.
Es con esa ironía pero a la vez frontal manera de decir las cosas que ha asesinado a muchos. Los ha asesinado con la palabra. Pero, en una entrevista concedida a Maribel de Paz, “Yo he tenido que ser Lázaro varias veces, pero no me quejo ni de mis asesinatos ni lamento el noventa por ciento de los que perpetré, me parecen todos merecidos, incluyendo los míos”, manifestó.
En esa misma entrevista sostuvo que lo que más le ofende de la barbarie peruana es “que la gente acepte la indignidad de un modo tan fácil, (…). Las manos tendidas en general me parecen metáforas de la barbarie, pero la peor barbarie, casi teatral, es la del tráfico, no se respeta nada ni nadie. El peruano no tiene autorregulación, no tiene un sistema de definición de fronteras en relación al derecho ajeno. Yo diría que el peruano en general no tiene superyó, es decir, no tiene censura. Tú dejas al peruano suelto y de repente pasa lo del Monumental”

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