jueves, noviembre 4

30 segundos de vida o muerte.


Son innumerables los comerciales que vemos a diario. Cada uno disparando creatividad de manera distinta, tratando siempre de salir victorioso dentro de la batalla de estímulos que recibe quien lo ve. Es como si cada comercial fuera la única bala que queda en el arma y dependiera sólo de ese tiro el éxito o fracaso del producto.
Como todos saben el marketing, y por lo tanto también la publicidad, es una permanente guerra, no de productos, sino de percepciones.
Toda empresa busca fijarse en la mente de sus potenciales clientes apoyándose en la creatividad de una agencia que les crea un spot o toda una campaña publicitaria. Estos varían entre sí en términos de duración, racional creativo, segmento objetivo, composición técnica y, entre otras cosas más, las características de los actores que se eligen, dependiendo de lo que la empresa quiera trasmitir; no obstante, todos apuntan a lo mismo: persuadir.
Existen comerciales que apelan a las caras bonitas, otros a la risa, están también aquellos ya estereotipados que son víctimas permanentes del zapping y un sin fin de tipos más que nos bombardean de sus ofertas día a día tratando de seducirnos y convencernos que son ellos, y no los otros, la mejor opción.
Unos duran más, otros menos pero todos se juegan la vida mientras están al aire. Son, por lo general, treinta segundos de los que se dispone para impactar y, al menos dentro de la mente del observador, cerrar una venta.

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