jueves, noviembre 4

Tengo el orgullo de ser Limeño y soy feliz.


Si me preguntan si es que me gusta Lima, yo digo y repito mil veces que me encanta.
Entiéndase que no es que me parezca perfecta, ni que todo en ella esté bien. Por el contrario, todo es un caos y es precisamente eso lo que la hace apasionante.
Diariamente todos se quejan de lo molestoso del tráfico en la ciudad,  de cómo se comporta la gente (o los cholos, si citase la frase de alguna señorona que nunca falta) y tantas otras cosas que, a mi parecer, por el contrario llenan nuestro día a día y lo hacen cero monótono y divertido.
En lo personal, desde un punto de vista de alguien que se ha criado en un país oriental como el Japón, considero que las historias que se suscitan en los medios de transporte público o en el contacto con personas de los distintos estratos sociales me parecen por demás entretenidos. Esto porque me parece que no existe mejor lugar que una combi o un micro para poder apreciar la idiosincrasia de los limeños o en general de los peruanos. Y es esta la que a mi parecer es lo que se debe corregir.
Hablamos de mejora pero, ¿qué es realmente estar mejor? ¿Es acaso el que no haya tráfico en la ciudad o alguna de las cosas de las cosas de la que permanente la mayoría se queja? Me parece que no.
Considero que el principal problema de los limeños es la forma de pensar y, por ende, la de actuar. Vivimos en un país donde hay que ser el más vivo o mejor dicho, para utilizar una expresión más limeña, el más pendejo.
Todos se llenan la boca diciendo que a la gente le falta educación. Muy cierto. Pero hay que diferenciar la educación académica de la de los valores y de la del comportamiento. Y esto va directo a aquellos de clase media en adelante que son los principales críticos y atribuyen “la falta de educación” a los estratos más bajos cuando entre ellos esta también abunda.
No sólo el hecho de que puedas ir a una universidad te hace más educado. O ¿se olvidan de la sarta de lisuras que salen de sus “educadas” bocas cada día? Y, ¿qué me dicen de los choleos o puteos a la gente en la calle? Creo que vale la pena detenerse y analizar.
Finalmente, FINALMENTE tenemos alcaldesa. Antes de votar, sinceramente, me daba lo mismo quién saliera. Total, nadie me garantizaba que las mil cosas que prometen, sobre todo en los distritos populosos (qué curioso que sea donde se concentran la mayor cantidad de votos, ¿no?), iban a ser cumplidas.
Pero voté por Susana. No es que me pareciese la mejor opción, pero dos cosas me hicieron decidir darle mi “apoyo”: me parecía más sincera y no quería que una eterna perdedora con ansias de poder alcanzase aquello que a la luz de los hecho le seguirá siendole lejano, ajeno, imposible.

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